¿Cómo sé cuando debo ir a terapia?

¿Lo que siento es normal o debería preocuparme?

Es una pregunta que muchas personas se hacen en silencio. Tal vez no te sientas “tan mal” como para pedir ayuda, pero tampoco del todo bien. Puede que hayas notado cambios en tu estado de ánimo, en tu forma de relacionarte o simplemente una sensación de bloqueo que no sabes cómo explicar. Y ahí estás, preguntándote: ¿Será suficiente para ir a terapia? ¿No estaré exagerando? ¿No debería poder con esto solo/a?

La realidad es que no existe un único motivo válido para acudir a un/a psicólogo/a. Ir a terapia no es señal de debilidad, sino de valentía. De tomar conciencia de lo que te pasa y decidir que mereces sentirte mejor. A veces lo que necesitamos no es una crisis evidente, sino simplemente un espacio seguro donde parar, pensar, ordenar emociones y conocernos un poco más…

1. Sientes un malestar persistente:

Tristeza, ansiedad, apatía, irritabilidad… emociones que están presentes más días de los que no. Quizás no sabes de dónde vienen, pero están afectando tu día a día.

2. Estás pasando por un cambio importante:

Una ruptura, una pérdida, un cambio de ciudad, maternidad/paternidad, un nuevo trabajo… incluso los cambios positivos pueden generar ansiedad o confusión.

3. Te cuesta disfrutar como antes:

Actividades que solían hacerte sentir bien ya no te motivan. Te notas desconectado/a o en piloto automático.

4. Tienes pensamientos que te generan malestar:

Dudas constantes, autocrítica excesiva, miedo al fracaso, preocupación por el futuro… pensamientos que se repiten y no te dejan en paz.

5. Te sientes desbordado/a:

Hay momentos en los que sientes que no puedes con todo, que cualquier cosa te sobrepasa y no sabes por dónde empezar.

6. Dificultades en tus relaciones:

Problemas de comunicación, conflictos frecuentes, sensación de incomprensión o aislamiento pueden ser señales de que necesitas apoyo para gestionar tus vínculos.

7. Simplemente, quieres conocerte mejor:

No hace falta que algo esté “mal” para ir a terapia. Muchas personas acuden para crecer, ganar en autoestima, mejorar su gestión emocional o tomar decisiones importantes con más claridad.

Ir a terapia no significa que no puedas con la vida. Significa que no tienes por qué hacerlo todo solo/a. La terapia es un espacio para escucharte, entenderte y empezar a cuidarte de una forma más consciente. Es tiempo para ti. Sin juicios. Sin prisas.